De la calma al infierno

Cuando todo parecía que por fin finalizaba, la cosa no había ni siquiera comenzado. Griffith, ese personaje endiosado por Miura, ese personaje tan vanagloriado y con un diseño que le hacía parecer tan débil físicamente, pero en verdad era fuerte (y más aun psicologicamente) es vencido. En todos los sentidos. Es como un trapo y lo había conseguido todo. Me quito el sombrero ante su autor, porque la sensación de decadencia que rodea a este personaje en este mismo momento es inigualable. ¿Quién iba a pensar tomos atrás que Griffith iba a convertirse en lo que es en este momento, en huir y en provocar todo lo que va a suceder a continuación? Vale, todos sabíamos como acabaría Griffith, pero no de la forma de llegar hasta allí. Y hacia la mitad del tomo: el Beherit despertó. Y a partir de este momento, y salvando un fragmento de este tomo que sirve a la Mano Divina para explicarse, TODO, y absolutamente todo lo que viene a continuación es poco menos que enfermizo. Si eres sensible, no sigas leyendo a a partir de este tomo.

La portada es todo un acierto, con Griffith simulando que es un ave negra (halcón quizá) recién nacida cuyo huevo es el Beherit.